Diamante Extraordinario…

Érase una vez una gran maestra a la que un aprendiz de maestro acusaba de charlatanería y psicología baratas. Ante tales acusaciones, la gran maestra, como única  respuesta, rebuscó en sus bolsillos y sacó una bolsita de tela de cual extrajo una piedra preciosa. Entregándosela al aprendiz de maestro, le dijo: “Ve a aquellos bazares, y pide que te ofrezcan cien monedas de  oro por ella.” El aprendiz de maestro fue a los bazares y, enseñando la piedra preciosa, pidió que le dieran cien monedas de oro por ella. Los comerciantes se rieron ante semejante osadía. El aprendiz de  maestro regresó junto a la gran maestra, y le relató lo qué había sucedido. La gran maestra le comentó: “Ahora ve a aquella joyería de la esquina y muestra la piedra.” El aprendiz de maestro fue, y al  enseñársela al joyero, éste, sin darle tiempo a nada, le ofreció cien monedas de oro. El aprendiz de maestro no salía de su asombro. Regresó rápidamente al lado de la gran maestra para decirle que ella tenía  razón: alguien le había ofrecido cien monedas de oro por la piedra.

La gran maestra le respondió: “Para poder apreciar una piedra preciosa, hay que ser joyero. Sólo cuando seas un joyero podrás mis palabras apreciar.”

A todos los que les han “dado calabazas.”

A todos los que no han sido apreciados en su justo valor, alguna vez en su vida.

A todos los que han creído que los de los “bazares” tenían razón. Llegando a pensar que ellos eran piedras sin valor, en vez de pensar que eran los otros los que no tenían  desarrollada la capacidad para poder apreciar y reconocer quiénes eran ellos (una joya.)

A todos los que se han sentido “patito feo” alguna vez en su vida.

A todos los que, siendo ángeles en la Tierra, son tachados de “prepotentes” u otros epítetos igualmente demoledores de la estima.

A todos los que buscan alcanzar la paz de espíritu.

Recuerde: la vida nunca nos da calabazas, sólo oportunidades para aprender a apreciar quiénes somos, reconocerlo y elevarnos por encima de la “ceguera” de los demás.

El haber hallado esta metáfora me ha ayudado a explicarles a muchos de mis alumnos, incluída yo misma, que por más “diamante extraordinario” que uno sea, se necesita siempre de un  joyero experto que lo reconozca… Los demás, los no joyeros, pueden llegar a pensar que es usted “circonita de la buena”, pero nada más. No se conforme con una o varias tasaciones, llévese a usted mismo a un  joyero experto. Pero ante todo y sobre todo: conviértase usted en ese joyero experto e independícese de la opinión (“tasación”) de otros.

Tengo muchos alumnos que se sienten -porque creen serlo- “circonitas”, que no diamantes. Suelo insistir en inculcarles la creencia de que solamente alguien que aprecia su luz y la  honra es capaz, a su vez, de apreciar y honrar la luz en otros. Se dice que somos capaces de reconocer en otros aquello que ya está reconocido en nosotros mismos. Por el contrario, todo aquello que nos disgusta en  otros es un claro reflejo (proyección) de algo que en nosotros no está resuelto, o está todavía en estado “conflictuado.”

Los filtros de la realidad, la percepción de otras personas está condicionado por las creencias que tenemos acerca de la vida y de nosotros mismos. Asimismo, las sponzorizaciones  positivas o negativas que otros nos han ofrecido, y las creencias que, a partir de ello, hemos construido, conforman y colorean nuestra realidad. No podemos ver a los demás cuando no somos capaces de vernos a  nosotros mismos. Y, vemos a los demás a través del mismo filtro de creencias con el que nos observamos a nosotros mismos.

¿Cómo convertirse en joyero?

Es un proceso largo, que requiere compromiso y honestidad para con uno mismo, y mucha sinceridad.

Convertirse en joyero tiene que ver con aprender a amar al ser que todos llevamos dentro, a centrarse en desarrollar “referencia interna”, es decir, descubrir, apreciar y honrar  nuestros dones, características, capacidades, habilidades y peculiaridades. Asimismo, consiste en aprender a respetar y aceptar incondicionalmente todos y cada uno de nuestros comportamientos del pasado. Nuestro  presente se ha construido sobre la base de nuestras vivencias y del cómo archivamos estas.

Sin la apreciación sincera y honesta de quiénes somos no es posible hacer lo mismo con otras personas.

Nos han enseñado a criticar, como única via para la “motivación”, y la crítica no suele ser precisamente constructiva que digamos. Siendo desde ella que nos acostumbramos a  relacionarnos con nosotros mismos y con los demás, y ella solamente nos conduce a ver “los defectos” existentes en cada uno de nosotros, porque sombra tenemos todos. Pero, recuerde: “Amamos a las personas,  pero no amamos sus comportamientos.”

Muchas veces las personas no soportamos la luz en otros, y no pudiéndola poseer, lo único que se nos ocurre es tratar de apagarla. Craso error.

Los balineses (de la isla de Bali), sostienen que las cosas nos las hacemos a nosotros mismos, no a los otros. También un colega mío añade: “la Vida nos trata reflejando el cómo nos  tratamos a nosotros mismos.” Así que ya sabe, si lo qué le devuelve la Vida no le gusta, pase a revisar cómo se trata a usted a sí mismo.

Practique la referencia interna: busque en su interior sus creencias a cerca de todo, y viva acorde a su congruencia. Los demás podrán estar en acuerdo o en desacuerdo con usted, pero  su vida, la suya, sólo le pertenece a usted, y usted decide cómo, cuándo y con quién quiere vivirla. Para eso es suya: “Sólo vuela aquel que se atreve a hacerlo. Nunca se arrepienta de haber vivido, si acaso  arrepiéntase de no haberse dado la oportunidad de haber vivido.”

Las creencias pueden cambiarse, renovarse o tirarse al cesto de los papeles. También pueden lavarse y pulirse. Muchas de las creencias que albergamos en nuestro interior tienen  procedencia de “referencia externa”, es decir, nos las han dado otros –es decir, no las hemos creado nosotros-. Búsquelas, y tírelas. Sí, tire las que no sean suyas. Y verá qué fácil es ser joyero.

Conozco a mucha gente que no cree en ella misma porque otros no creyeron en ellos: tuvieron sponsors negativos o demoledores de la estima. Es tan fácil acusar a los demás de nuestras  incapacidades. Es tan fácil proyectar en otros las culpas de nuestras no responsabilidades. Sólo cuando uno ha aprendido a amarse a sí mismo asume la responsabilidad sobre sus comportamientos, ideas, acciones, no  acciones, pensamientos y decisiones. Asimismo, coge al miedo y le planta cara, se lo lleva de copas.

Si tiene miedo, considere que es humano, y que tiene su intención positiva. Pero, busque, busque en su interior las referencias positivas, sus capacidades.

Dígase a sí mismo:

“SI OTRO PUEDE, YO TAMBIÉN.”

“TODAS LAS CAPACIDADES ESTAN DENTRO DE NOSOTROS.

“NO EXISTEN LOS FRACASOS, SÓLO SON RESULTADOS.”

“TODO RESULTADO ES INFORMACIÓN”

No más calabazas desaprovechadas.

Sea su mejor joyero.

Recuerde que nadie sabe tanto de usted como usted mismo. Cada persona es un Universo inmenso por descubrir, y para hacerse una idea del mismo uno ha de atreverse a observarlo con los ojos  de la inocencia de un niño: sin prejuicios, con admiración, con deleite, sin reservas, con apertura. Así es como mira un joyero a una piedra preciosa –gema- de excelente calidad.

A veces, las piedras preciosas están recubiertas de una capa de suciedad, pero un auténtico joyero siempre será capaz de reconocerlas, no importando las condiciones. El amor  incondicional nos contempla con ojos eternos que ven más allá de las máscaras, de los errores, de los comportamientos, y de todo… Viendo siempre la belleza que vive en el corazón de cada uno de nosotros.

El Hombre que quizo ser mujer…

Un hombre estaba harto de tener que ir a trabajar todos los días y que su esposa se pudiera quedar en casa.

EL HOMBRE QUE QUISO SER MUJER…

Quería que ella viera por lo que él pasaba todos los días, así que rezó:

"Señor: Yo voy a trabajar cada día, durante 8 horas mientras mi esposa se queda en la casa tranquilamente. Quiero que ella sepa por lo que tengo que pasar todos los días, entonces permíteme cambiar de cuerpo con ella por un día. Dios, en su infinita sabiduría

le concedió el deseo al hombre.

A la mañana siguiente, se despertó como mujer.

Se levantó, hizo el desayuno para su cónyuge, despertó a los niños, sacó su ropa para ir al colegio, les dió desayuno, empacó los almuerzos,

los llevó al colegio, volvió a casa, recogió la ropa para la lavandería y la llevó.

En el camino paró en el banco a hacer un retiro y fue al supermercado a comprar víveres.

Entonces regresó a casa, guardó los víveres, hizo los cheques para pagar las cuentas y cuadró la cuenta del banco.

Limpió la caja del gato y bañó al perro.

Para entonces ya era la 13.00. y corrió a hacer las camas, puso la ropa sucia en la lavadora, sacudió, aspiró, lavó el baño, barrió y trapeó el piso de la cocina.

Salió coriendo a recoger a sus hijos en el colegio, y tuvo una discusión con ellos de vuelta a casa.

Sacó leche y galletas para los niños y los organizó para que hicieran las tareas.

Puso la tabla de planchar y se puso a planchar mientras veía televisión.

A las 4:30 empezó a pelar papas, lavar las verduras para la ensalada, adobó la carne, y puso el arroz a cocinar.

Cuando su cónyuge llegó preguntando por la comida, ésta ya estaba lista y servida.

Después de comida, limpió la cocina, lavó los platos sucios,sacó la ropa de la lavadora y la puso a secar.

Bañó a los niños y los acostó.

A las 9 P.M. estaba exhausto aunque no había terminado todavía sus quehaceres, se fue a la cama donde estaban esperándolo para hacer el amor, lo cual logró hacer sin quejarse.

A la mañana siguiente se despertó e inmediatamente se arrodilló al lado de la cama y dijo, "Señor, yo no sé qué estaba pensando.

Estaba muy equivocado al envidiar a mi esposa por poder quedarse en casa todo el día. Por favor Señor, por favor, vuélvenos a cambiar".

El Señor, en su infinita sabiduría, contestó :

"Hijo mío, creo que has aprendido la lección y será un placer para mí volver las cosas a como estaban antes. Sin embargo, vas a tener que esperar nueve meses. Anoche quedaste embarazado".

El Bambú Japonés

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante.

También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita seas!

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes:

Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros!

¿Tardó sólo seis semanas crecer?

No, la verdad es que se tomó siete años

y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces

que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años. Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que este requiere tiempo.

Quizás por la misma impaciencia, muchos de quienes aspiran resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.

Es tarea difícil convencer al impaciente respecto a que sólo llegan al éxito quienes luchan en forma perseverante y coherente y saben esperar el momento adecuado. De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada esta sucediendo, y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que -en tanto no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, sí esta sucediendo algo dentro de nosotros: estamos creciendo, madurando.

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes, quizá sólo estés echando raíces… 

 

Las Nueve Vacas

“Dos amigos marineros viajaban en un buque carguero por todo el mundo, y andaban todo el tiempo juntos. Así que, esperaban la llegada a cada puerto para bajar a tierra, encontrarse con mujeres, beber y divertirse. Un día llegan a una isla perdida en el Pacífico, desembarcan y se van al pueblo para aprovechar las pocas horas que iban a permanecer en tierra.

En el camino se cruzan con una mujer que está arrodillada en un pequeño río lavando ropa.
Uno de ellos se detiene y le dice al otro que lo espere, que quiere conocer y conversar con esa mujer. El amigo, al verla y notar que esa mujer no es nada del otro mundo, le dice que para qué, si en el pueblo seguramente iban a encontrar chicas más lindas, más dispuestas y divertidas.

Sin embargo, sin escucharlo, el primero se acerca a la mujer y comienza a hablarle y preguntarle sobre su vida y sus costumbres. Cómo se llama, qué es lo que hace, cuantos años tiene, si puede acompañarlo a caminar por la isla. La mujer escucha cada pregunta sin responder ni dejar de lavar la ropa, hasta que finalmente le dice al marinero que las costumbres del lugar le impiden hablar con un hombre, salvo que este manifieste la intención de casarse con ella, y en ese caso debe hablar primero con su padre, que es el jefe o patriarca del pueblo.
El hombre la mira y le dice: "Está bien. LLévame ante tu padre. Quiero casarme con vos".

El amigo, cuando escucha esto, no lo puede creer. Piensa que es una broma, un truco de su amigo para entablar relación con esa mujer. Y le dice: "Para qué tanto lío? Hay un montón de mujeres más lindas en el pueblo. Para qué tomarse tanto trabajo?".
El hombre le responde: "No es una broma. Me quiero casar con ella. Quiero ver a su padre para pedir su mano".
Su amigo, más sorprendido aún, siguió insistiendo con argumentos tipo: "Vos estás loco?", "Qué le viste?", "Qué te pasó?", "Seguro que no tomaste nada?" y cosas por el estilo.
Pero el hombre, como si no escuchase a su amigo, siguió a la mujer hasta el encuentro con el patriarca de la aldea.

El hombre le explica que habían llegado recién a esa isla, y que le venía a manifestar su interés de casarse con una de sus hijas. El jefe de la tribu lo escucha y le dice que en esa aldea la costubre era pagar una dote por la mujer que se elegía para casarse.
Le explica que tiene varias hijas, y que el valor de la dote varía según las bondades de cada una de ellas, por las más hermosas y más jóvenes se debía pagar 9 vacas, las había no tan hermosas y jóvenes, pero que eran excelentes cuidando los niños, que costaban 8 vacas, y así disminuía el valor de la dote al tener menos virtudes.
El marino le explica que entre las mujeres de la tribu había elegido a una que vió lavando ropa en un arroyo, y el jefe le dice que esa mujer, por no ser tan agraciada, le podría costar 3 vacas.
"Está bien" respondió el hombre, "me quedo con la mujer que elegí y pago por ella nueve vacas".

El padre de la mujer, al escucharlo, le dijo: "Ud. no entiende. La mujer que eligió cuesta tres vacas, mis otras hijas, más jovenes, cuestan nueve vacas".
"Entiendo muy bien", respondió nuevamente el hombre, "me quedo con la mujer que elegí y pago por ella nueve vacas".

Ante la insistencia del hombre, el padre, pensando que siempre aparece un loco, aceptó y de inmediato comenzaron los preparativos para la boda, que iba a realizarse lo antes posible.
El marinero amigo no lo podía creer. Pensó que el hombre había enloquecido de repente, que se había enfermado, que se había contiagiado una rara fiebre tropical. No aceptaba que una amistad de tantos años se iba a terminar en unas pocas horas. Que él partiría y su mejor amigo se quedaría en una perdida islita de Pacífico.
Finalmente, la ceremonia se realizó, el hombre se casó con la mujer nativa, su amigo fue testigo de la boda y a la mañana siguiente, partió en el barco, dejando en esa isla a su amigo de toda la vida.

El tiempo pasó, el marinero siguió recorriendo mares y puertos a bordo de los barcos cargueros más diversos y siempre recordaba a su amigo y se preguntaba: qué estaría haciendo?, cómo sería su vida?, viviría aún?.
Un día, el itinerario de un viaje lo llevó al mismo puerto donde años atrás se había despedido de su amigo. Estaba ansioso por saber de él, por verlo, abrazarlo, conversar y saber de su vida.
Así es que, en cuanto el barco amarró, saltó al muelle y comenzó a caminar apurado hacia el pueblo.
Donde estaría su amigo?, Seguiría en la isla?, Se habría acostumbrado a esa vida o tal vez se habría ido en otro barco?.

De camino al pueblo, se cruzó con un grupo de gente que venía caminando por la playa, en un espectáculo magnífico.
Entre todos, llevaban en alto y sentada en una silla a una mujer bellísima. Todos cantaban hermosas canciones y obsequiaban flores a la mujer y esta los retribuía con pétalos y guirnaldas.
El marinero se quedó quieto, parado en el camino hasta que el cortejo se perdió de su vista. Luego, retomó su senda en busca de su amigo.
Al poco tiempo, lo encontró. Se saludaron y abrazaron como lo hacen dos buenos amigos que no se ven durante mucho tiempo.

El marinero no paraba de preguntar: Y cómo te fue?, Te acostumbraste a vivir aquí?, Te gusta esta vida?, No querés volver?. Finalmente se anima a preguntarle: Y como está tu esposa?.
Al escuchar esa pregunta, su amigo le respondió: "Muy bien, espléndida. Es más, creo que la viste llevada en andas por un grupo de gente en la playa que festejaba su cumpleaños".

El marinero, al escuchar esto y recordando a la mujer insulsa que años atrás encontraron lavando ropa, pregunto: "Entonces, te separaste?, No es misma mujer que yo conocí, no es cierto?.
"Si" dijo su amigo, "es la misma mujer que encontramos lavando ropa hace años atrás".
"Pero, es muchísimo más hermosa, femenina y agradable. cómo puede ser?", preguntó el marinero.
"Muy sencillo" respondió su amigo. "Me pidieron de dote 3 vacas por ella, y ella creía que valía 3 vacas. Pero yo pagué por ella nueve vacas, la traté y consideré siempre como una mujer de nueve vacas. La amé como a una mujer de nueve vacas. Y ella se transformó en una mujer de nueve vacas".

Cuando alguien nos valora y nos estimula, con sinceridad y amor, obramos cambios impensados.

El elefante encadenado

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me llamaba poderosamente la atención, el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una  cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir. 

¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?. 

Cuando era chico, pregunte a los grandes. Algunos de ellos me dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado.  Hice entonces, la pregunta obvia… 

– Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?  No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca.

Hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta: "El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño."

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo.  La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro…

Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Este elefante enorme y poderoso que vemos  en el circo no escapa porque ¡CREE QUE NO PUEDE!

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.

Y tú, ¿tienes algo de elefante?

Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad.

Vivimos pensando que "no podemos" hacer un montón de cosas  simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: NO PUEDO, NO PUEDO Y NUNCA PODRÉ.

Muchos de nosotros crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar ni cuestionar.

Esto es lo que nos pasa, vivimos condicionados por el recuerdo de una persona que ya no existe en nosotros, que no pudo.

Tu única manera de saber si PUEDES es intentarlo poniendo en ello TODO TU CORAZON!.

JORGE BUCAY

Que no te moleste nunca ser Culta!

Este mensaje es para esos días que nos vemos en el espejo y no nos gustamos:

Hace unos días se vió por las calles de Sao Paulo un afiche de "Runner" una de las cadenas de gimnasios más renombradas del Brasil, con la foto de una chica escultural y la siguiente frase: "¿Este verano qué quieres ser: sirena o ballena?"

Dicen que una joven mujer, pero muy madura, de Sao Paulo (cuyas características físicas nunca trascendieron) le envió este mail a la empresa "Runner" respondiéndoles a su frase publicitaria:

"Las ballenas están siempre rodeadas de amigos.  Tienen una vida sexual activa, se embarazan y tienen ballenitas de lo más tiernas. Las ballenas amamantan. Son amigas de los delfines y se lo pasan comiendo camarones… .

También se la pasan jugando en el agua y nadando por ahí, surcando los
mares, conociendo lugares maravillosos, como los hielos de la Antártica
y los arrecifes de coral de la Polinesia.

Las ballenas cantan muy bien y hasta tienen CD’s grabados.  Las ballenas son enormes y casi no tienen predadores naturales.  Las ballenas tienen una vida bien resuelta, son lindas y amadas por todos…..

Las sirenas no existen. Si existieran, vivirían en permanente crisis existencial: "¿Soy un pez o soy un ser humano?".   No tienen hijos pues matan a los hombres que se encantan con su belleza. (Y yo agregaría que no tienen por dónde hacer el amor.  ¡Por Dios!).   Son bonitas sí, pero tristes y siempre solitarias. (¿Quién quiere acercarse a una mujer que huele a pescado frito y que no tiene hoyito como salvavidas?) .

"Runner" querida, prefiero ser ballena….. "

P.D.: En estos tiempos de mujeres anoréxicas y bulímicas, en que la
prensa, las revistas, el cine y la tele nos meten a la fuerza en la Cabeza que
sólo las flacas son bellas, este mensaje trae nuevas esperanzas a las
ballenitas y, ¿por qué no?, a las sirenitas que no descansan un segundo pensando en su apariencia exterior.

Yo prefiero disfrutar un helado junto a la sonrisa cómplice de mis
hijos, una copa de vino con un hombre que me haga vibrar y una pasta exquisita
con amigos que me quieren por lo que soy, no por cómo luzco.

A medida que envejecemos, ganamos peso. Esto ocurre porque acumulamos
mucha información en nuestra cabeza. Mi cabeza, por no soportar tanta
información, comenzó a llenar el resto del cuerpo.   Ahora entiendo que
no soy gorda, "¡soy culta!"

Así que por favor envía este mensaje a todas las mujeres estupendas que
andan por ahí….  

Algo te espera…

Cuando el camino se hace cuesta arriba
NO LO DEJES
Cuando las cosas andan mal-como a veces sucede –
NO ABANDONES.
Cuando no consigas resultados, y se sumen los problemas,
NO TE RINDAS.
Cuando quieras sonreír y sólo puedas suspirar
NO TE CAIGAS
Cuando la suerte, te sea adversa,
y no encuentres fuerzas para seguir
NO RENUNCIES
Cuando no encuentres compañeros de lucha,
NO TE APURES.
Hay manos que sostienen las tuyas !
Cree y Siente en cada minuto de tu vida,
deja que tu alma " vuele libre "
por los jardines hermosos de la confianza
en algo superior que llega donde nuestra
visión no puede alcanzar ,
pero sí nuestro corazón puede sentir.
Tu alma desea estar libre
para darte fuerza y estímulo
INTENTALO
Cierra los ojos por algunos minutos
y deja tus pensamientos volar por sitios de amor
No podemos cambiar el mundo,
ni quitar todo el dolor de la tierra ,
ni tener ya resueltos todos nuestros problemas,
pero podemos a cada minuto
mirar con ojos del amor a cada cosa.
Si pensamos que todo es pasajero,
miraremos con cariño lo negativo
que te encamina a la elevación y perfección,
y luego observaremos con felicidad
el cambio del mal en bien, de tristezas en alegrías.
Lo que hoy nos hace sonreír
fueron las cosas que nos hicieron llorar ayer.
Nuestras faltas de hoy también son
las alegrías de mañana.
Las personas se van,
los amores se pierden en el tiempo,
los problemas se solucionan,
hasta el mismo sol se va cada noche
para renacer al día siguiente…
¡no te quedes en el medio del camino
porque allá… algo te espera !